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Salud

La emoción, las dietas y la compulsión al comer


Muchas veces las dietas se tornan inviables y terminan en atracones que provocan un aumento de peso, angustia y ansiedad. Para evitar estas conductas alimentarias es clave atender las problemáticas emocionales que encierran y permitir un reencuentro con las necesidades básicas del cuerpo.



Las dietas suelen tener un efecto directo sobre los trastornos alimentarios. En muchos casos, son el desencadenante de la anorexia, la bulimia y desórdenes menos difundidos, como por ejemplo la compulsiór a comer, también llamada trastorno por atracón.


El inicio de un régimen alimentario hipocalórico presupone la capacidad de:


1 - Restringir la cantidad de alimento que se ingiere normalmente.
2- Privarse de ciertos alimentos en función de su contenido calórico.
3- Priorizar lo que la dieta prescribe por sobre lo que el cuerpo necesita.



Por lo tanto, el acto de comer deja de estar regulado por las necesidades internas y nutricionales del individuo y comienza a regirse según normas ajenas al sujeto (horarios, cantidades y calidad de alimento).


Este hecho implica comer lo que se debe, desestimando aquello que se desea. En aquellas personas con tendencia a desarrollar un trastorno alimentario, dicho proceso adquiere carácter de cronicidad y conduce progresivamente a la alteración de dos sensaciones básicas del ser humano: el hambre y la saciedad.


El individuo deja de reconocer con claridad los momentos en que su cuerpo necesita alimento de aquellos en los que está satisfecho y, por lo tanto, se destruye la relación natural que debería existir entre el hambre, el alimento y el acto de comer.


Debido a que en estas personas el sentido de eficacia y seguridad personal es dependiente de la imagen y del logro de un cuerpo delgado, las dietas son recurrentes y casi permanentes, motivo por el cual en algún momento se tornan inviables.


Cuando esto ocurre (luego de un período de privación y restricción en la ingesta), dichas personas pueden recurrir a la comida en forma compulsiva, sin control y en exceso, dando origen a los atracones propios de los comedores compulsivos y generando un aumento de peso.


Como consecuencia, algunas personas suelen recurrir a métodos compensatorios (vómitos, diuréticos o laxantes) como medios para evitar el sobrepeso, que favorecen el desarrollo de una bulimia nerviosa.



El circuito de la dieta (privación-atracón-sobrepeso) produce un estado emocional de angustia, ansiedad y fracaso personal que aumenta aún más la necesidad del individuo de recuperar su nivel de autoestima a través del logro de una figura aceptable y agrava la sintomatología.


En función de ello, es necesario:


1- Generar un proceso de resensibilización de las señales internas de hambre y saciedad y apuntar a que el paciente recupere su capacidad de autorregulación alimentaria. Para esto existen técnicas específicas que permiten el reencuentro del individuo con las necesidades básicas del cuerpo.


2- Realizar un trabajo terapéutico para que el paciente profundice y tome conciencia de la problemática afectiva personal que está en la base del trastorno alimentario y promueva un cambio estable y duradero.



La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. Ante cualquier duda consulte a su médico o terapeuta.
Fuente: MADE IN WEB

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