Es la enfermedad cutánea más frecuente, con una elevada prevalencia en adolescentes. Se calcula que lo sufren entre el 83 y el 95% de los adolescentes de ambos sexos de una edad promedio de 16 años. Y el 20% de ellos necesita de un tratamiento médico. No obstante, los adultos también pueden sufrirlo. Un 8% de los pacientes con acné tiene un comienzo tardío después de los 25 años (acné post-adolescente). A la edad de 40 años pueden estar presentes lesiones de acné en el 1% de los
varones y en el 5% de las mujeres. La severidad suele ser mayor en el sexo masculino.
La característica básica del acné es la aparición en rostro, espalda y pecho de granitos, que pueden ser lesiones inflamatorias (pápulas, pústulas, nodulos y quistes) y no inflamatorias (comedones o puntos negros y blancos). La causa más común es el aumento de la producción de grasa y taponamiento de las glándulas sebáceas. Los cambios hormonales experimentados durante la pubertad y adolescencia aumentan la secreción de estas sustancias. Como se trata de un disturbio con un gran componente hormonal, los brotes son más pronunciados antes de la menstruación.
El acné no es un mero problema estético y requiere un diagnóstico y un control prolongado para minimizar las secuelas. Lo importante es controlar la enfermedad y evitar la evolución a formas de "acné severo" y prevenir la aparición de cicatrices. Para ello lo más indicado es la consulta para una detección temprana y el tratamiento precoz de la enfermedad. Hay numerosos mitos en tomo de que empeora o mejora el acné, por lo cual, antes de buscar ayuda de un profesional en dermatología, los jóvenes suelen caer en erróneas soluciones o alternativas para solucionar el problema. Entre las creencias más habituales está la que dice que el sol cura el acné. Si bien es cierto que el sol alivia momentáneamente esta afección también es cierto que a largo plazo esta exposición puede ser perjudicial, agregando el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel, que la alta exposición puede desencadenar. Asimismo cabe señalar que las camas solares no tienen ningún tipo de efecto benéfico. Otro error muy común consiste en atribuir la formación del acné a una deficiente higiene de la piel. Los puntos negros tienen ese color porque se deposita melanina, el pigmento que da color a la piel, en la abertura del orificio; aunque se abuse de los productos de limpieza, el sebo seguirá acumulándose. En cuanto al famoso consejo de "no al chocolate", si bien no hay uniformidad de criterios al respecto, es posible afirmar que la dieta no tiene un papel decisivo en la aparición del acné o en el hecho de que este empeore. Tampoco guarda relación con los anticonceptivos, ni con la iniciación de las relaciones sexuales.
Sí puede agravarse con el uso de cosméticos comedogénicos, con el acto de apretar los granitos -se corre el riesgo de producir lesiones más grandes, que dejan cicatriz- o tocándolos repetidamente -gesto habitual cuando la persona está nerviosa-.
En cuanto a las soluciones a este problema lo primero es acudir a un dermatólogo, ya que esta afección tiene solución. Lo fundamental es seguir el tratamiento, obedecer las indicaciones del médico y tener paciencia: se requieren varios meses para lograr la remisión del problema, aunque en apariencia se mejore en unas pocas semanas. Los tratamientos habituales consisten en la aplicación tópica (sobre la piel) que, por vía oral, la terapéutica sistémica (que actúa dentro del organismo) de medicamentos, con excelentes resultados.
La información contenida en este articulo tiene una función meramente informativa.
Ante cualquier duda consulte a su medico o terapeuta .
Fuente: Mia - Rosario López Crozet Link
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