Ninguna forma de ignorancia tan generalizada como la relativa al dolor, su naturaleza, sus causas y la manera de enfrentarse a él sin pánico. Casi no hay nadie que no sepa los nombres de por lo menos doce drogas que pueden acabar con cualquier clase de dolor, desde cefaleas hasta hemorroides. Pero no se sabe con igual precisión el hecho de que muchísimos dolores son síntomas pasajeros; que no significan necesariamente la pérdida de la salud, y que con frecuencia se deben a tensión síquica, sueño insuficiente, excesos en el comer, abuso del tabaco y de las bebidas alcohólicas, falta de ejercicio corporal, aire atmosférico viciado y hasta al tedio; y también se ignora que el mejor recurso contra el dolor es abstenerse de toda clase de abusos. "El temor intensifica las sensaciones dólorosas. El miedo a que un dolor acaso sea manifestación de una enfermedad grave puede por sí mismo originar otros síntomas. Los consultorios están atestados de personas aterrorizadas por dolores sin importancia, pero mórbidamente convencidas de que les está ocurriendo algo terrible. Por ello, en vez de asistir con eficacia a los pacientes que verdaderamente necesitan de sus cuidados, los médicos pierden mucho tiempo con los aprensivos cuyo único mal es una ligera indisposición temporal o una dolencia sicógena. Muchos de tales pacientes se indignan cuando el médico les informa que el dolor que sienten es de origen síquico. En efecto, la mayoría consideran mal gastados los honorarios de la consulta si el facultativo no les confirma que necesitan medicación.
Pero si está generalizada la ignorancia sobre la naturaleza del dolor, más aún lo está el desconocimiento de la acción de los analgésicos. Lo que no se comprende es que muchos de estos fármacos, objeto de tanta publicidad, mitigan el dolor, pero no eliminan la causa. Por ejemplo: una estrella del deporte con el brazo adolorido por desgarraduras o laceración, necesita más que nada reposo. Pero su equipo está empeñado' en ganar y los entrenadores deciden inyectarle una dosis fuerte de cierto medicamento.
Resultado: el dolor desaparece como por arte de magia; y el deportista hace prodigios; pero quizá sea su último buen juego. El fármaco inyectado no reparó la desgarradura del músculo ni cicatrizó el tejido lacerado; sólo mitigó los síntomas, permitiéndole jugar con mayor empeño, lo cual en realidad agravó la lesión. No es extraño, por tanto, que muchos atletas tengan que retirarse en la época más brillante y productiva de su carrera.
La más utilizada de las medicinas supresoras del dolor es, por supuesto, la aspirina (y los compuestos que la contienen), y con toda razón. Estas drogas se consideran entre las de consumo inocuo. Sin embargo, contra la opinión general, la aspirina puede ser peligrosa si no se usa como es debido. (Entre otros trastornos puede causar hemorragias internas.)
Pero la aspirina no es el único analgésico que produce reacciones secundarias graves. La doctora Daphne Roe, de la Universidad de 'Cornell, ha presentado pruebas de los muchos riesgos que implica el uso de sedantes y otras drogas. Algunos fármacos de este tipo alteran la capacidad metabólica normal del organismo para absorber o utilizar bien ciertas vitaminas y sales minerales en los alimentos, lo cual puede redundar en mayor riesgo de desnutrición. En ciertos casos existe también el peligro de interferencia con la capacidad del organismo humano para renovar su abastecimiento de sangre.
Los medicamentos contra el dolor significaron uno de los grandes progresos en la historia de la medicina. Si se utilizan con sensatez, son una verdadera bendición para mitigar los sufrimientos y coadyuvar al tratamiento de muchas enfermedades. Pero su uso indiscriminado está llevando a millones de personas a la invalidez síquica y a convertirlas en enfermos imaginarios crónicos.
Quizá haya llegado el momento de incorporar como parte importante de los programas escolares los conocimientos relativos al dolor. Para ilustrar al gran público se podría recurrir a las mismas técnicas de publicidad que han aplicado con tan buenos resultados las dependencias gubernamentales de sanidad para crear conciencia del peligro 1 potencial del cáncer; así sería posible combatir el miedo al dolor y a la enfermedad, que está cada vez más generalizado. Todos deberíamos saber que no hay nada tan asombroso en el organismo humano como su capacidad de recuperación, siempre y cuando se le dé una mínima oportunidad de obrar.
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Ante cualquier duda consulte a su medico o terapeuta .
Fuente: Selecciones 12/75 Norman Cousins Link
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