La impotencia no es un problema exclusivo de este siglo, ni de nuestro país en particular. Sin embargo, alrededor de un millón de hombres de la Capital Federal y Gran Buenos Aires —el 15 por ciento de la población masculina sexualmente activa— sobrepasa la mera anécdota y padece esta problemática en más del 25 por ciento de sus relaciones carnales.
Esta revelación la hizo el endocrinólogo Felipe Geracci: "En esta Capital, el individuo está inmerso en una competencia feroz en lo laboral, en lo profesional, en la imposibilidad de llegar a fin de mes y en un alto nivel de ansiedad. Nadie puede sostener una relación normal con este contexto".
A principios de este siglo, un texto llamado "Las incapacidades sexuales del hombre y sus tratamientos" definía la impotencia como "una condición por la cual el pene es mínimamente excitado y no mantiene el estado físico necesario para la penetración o para la cópula". Con el transcurso de los años, la definición de este problema cambió hacia el actual concepto de disfunción eréctil definida como la "consistente inhabilidad de conseguir y mantener la erección del pene lo suficientemente rígida como para lograr una relación sexual satisfactoria, excluyendo los problemas de la libido y el orgasmo".
Para Hipócrates, una de las celebridades médicas de la antigüedad, la impotencia masculina guardaba relación con montar demasiado tiempo a caballo. Y esta ingenua creencia sobrevivió durante siglos.
Con el tiempo, la ciencia pudo determinar que las causas pueden ser tanto psicológicas como orgánicas, donde se juntan los problemas vasculares, neurológicos y endocrinológicos.
Geracci, que considera que un factor que ha influido en este problema es que el hombre comenzó a sentirse invadido ante un papel femenino cada vez más activo, debe admitir que la disfunción convive también con "el tabaquismo excesivo, la ingestión de alcohol y drogas, las enfermedades crónicas y no pocos efectos secundarios de algunos medicamentos". No obstante, la problemática de la edad también tiene mucho que ver. "A medida que los varones se acercan al promedio de expectativa de vida —75 años para ellos y 78 para ellas— la afección se hace cada vez más importante." El promedio de disfunción en los hombres mayores de 45 años alcanza a un 20 por ciento, mientras que en el caso de los que sobrepasan los 60, la cifra aumenta de un 25 a un 30 por ciento.
Para la licenciada Alcira Camillucci, del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (CETIS), "el factor orgánico es muy poco frecuente entre las mujeres. Es mucho más cultural y mitológico". Para esta sexóloga la impotencia femenina tiene relación directa con la falta de una educación sexual. Para la especialista, "en la Argentina existe un condicionamiento social en el que está censurada la sexualidad de la mujer" y también inciden las propias necesidades del hogar, los hijos, el trabajo y el consabido estrés, producto de la acentuación de los problemas económicos. Eso está pesando mucho más que los publicitados "mayores tiempos para la estimulación".
La información contenida en este articulo tiene una función meramente informativa.
Ante cualquier duda consulte a su medico o terapeuta .
Fuente: Semanario Link
relacionado Agregar esta nota en..