Uno de los grandes logros del siglo XX ha sido la extensión de la esperanza de vida. Mientras que en 1990 ésta era menor a 50 años, en el presente las mujeres alcanzan los 80 años y más. Hoy, más del 90% de las mujeres superan los 65 años y experimentan cambios que resultaban impensables hace 100 años. A partir de los 50 años se produce en las mujeres un reajuste biológico llamado envejecimiento hormonal, causado por una disminución de la actividad hormonal. Los efectos de estos cambios hormonales en su conjunto, son comúnmente denominados menopausia.
La piel y los huesos son tejidos hormono-dependientes y la salud de ambos descansa principalmente en su capacidad de renovación. Esta capacidad es el resultado del equilibrio entre la reabsorción y la formación de la materia que los compone, especialmente el colágeno.
El colágeno constituye alrededor del 70% de la composición de la dermis y el 30% de los huesos. Durante la menopausia la renovación de los tejidos cutáneos y óseos se vuelve más lenta. Estos pierden densidad y espesor: los huesos se vuelven porosos y frágiles, la piel se relaja y se pliega. Después de los 50 años, la pérdida de la masa ósea es dos veces más rápida que después de los 30 años. Al menos el 75% de esa pérdida ósea tiene lugar durante los
primeros 15 años de la menopausia y es por ello que el 40% de las mujeres mayores de 50 años corre riesgo de fracturas. Si el descenso de impregnación de estrógenos constituye el factor principal, el origen étnico (las mujeres negras tienen en general una masa ósea superior a la de las occidentales o asiáticas) los antecedentes familiares, la alimentación (carencias de calcio, excesos de alcohol, cafeína, de proteínas animales, sodio), el tabaquismo o la vida sedentaria desempeñan asimismo un papel importante.
Cuando este proceso sucede se produce un fenómeno denominado pérdida de densidad cutánea. Esto sucede cuando a causa de la disminución de la producción de colágeno se produce una disminución de las capas celulares de la dermis y la epidermis. Al disminuir estas capas la piel presenta afinamiento (atrofia), disminución de la resistencia, pérdida progresiva de la tonicidad y elasticidad (atonía) y sequedad severa (xerosis). Dentro de la línea de los tratamientos con fitoestrógenos existen hoy tratamientos cosméticos específicamente diseñados para combatir los efectos del envejecimiento hormonal en la piel. Las isoflavonas de soja son los fitoestrógenos más apreciados por la comunidad científica. La soja es conocida por tener una serie de propiedades extremadamente benéficas para el organismo ya que posee una potente acción antienvejecimiento. Por vía cutánea abre un enorme campo de acción para el tratamiento de los graves efectos que provoca la pérdida estrogénica sobre la densidad de la piel.
Existen estudios que demuestran que en aplicación tópica estimulan la renovación celular y reducen la degradación de la estructura de sostén de la piel, distanciándose así de los posibles efectos secundarios. Los tratamientos cosméticos que incorporan este tipo de terapias combinan los beneficios de las isoflavonas de soja con otros activos que potencian su acción regeneradora y protectora de las capas cutáneas (por ejemplo la Phyto-flavone( presente en Novadiol, tratamiento profundo redensificador de rostro y cuello de Laboratorios Vichy).
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Ante cualquier duda consulte a su medico o terapeuta .
Fuente: Caras - Laura Bovcon Link
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