Desde que Pandora dejó abierta su caja, numerosas afecciones asolaron a la humanidad. La peste diezmó la Europa Medieval y la sífilis hizo estragos entre los conquistadores de las Indias Occidentales. Todas estas infecciones parecieron tener fin cuando, en 1929, Fleming descubrió la penicilina, cuya producción comercial se inició en 1941. Desde entonces se desarrollaron numerosos antimicrobianos por una cada vez más perfeccionada industria farmacéutica.
Sin embargo, el uso indiscriminado de antibióticos, lejos de mantener bajo control el avance de las infecciones, generó la resistencia de los agentes causantes de las mismas tanto en la población general cuanto en los pacientes internados.
Así, en la actualidad, el 95 % de los gonococos, causantes de la blenorragia —una enfermedad de transmisión sexual tan antigua como el mundo— son resistentes a la penicilina. Algo similar ocurre con la Escherichia coli, responsable de la cistitis, que desde 1991 lo es en un 40 % a la ampicilina, un derivado de aquella. El uso indiscriminado y frecuentemente
inapropiado de estas medicaciones disminuye también su acción sobre las afecciones en vías respiratorias, de aparición durante el invierno.
Las otitis, sinusitis, bronquitis y neumonías, originadas por dos gérmenes, el neumococo (Streptococcus pneumoniae) y el Haemophylus influenzae aquejan a la población adulta y pediátrica. A partir de 1989, distintos países informaron que la efectividad de las penicilinas se redujo en más del 30 % sobre ambas. La presencia de bacterias cada vez más resistentes obliga a usar antibióticos de amplio espectro, notoriamente más caros y, a veces, menos efectivos.
Mientras en la era preantibiótica la mortalidad por infecciones producidas por estafilococo —meningitis, artritis, neumonías— era del 80 %, y cayó al 30 % con el advenimiento de la penicilina, a partir de 1960, el fármaco se transformó en un antimicrobiano ineficaz contra las mismas. Estos ejemplos evidencian que la "amenaza invisible" de la caja de Pandora continúa.
Sin duda, la automedicación con antibióticos es la principal responsable del problema; se los utiliza aun cuando no son necesarios, en gripes u otras enfermedades virales, o se recurre a los que resultan inadecuados para la infección a tratar.
El principal peligro que entraña esta manipulación irresponsable de los medicamentos es la generación de bacterias cada vez más agresivas, difíciles de tratar y erradicar. Sólo la toma de conciencia y la oportuna consulta con el médico pueden contribuir a atenuar los alcances clínicos y económicos de la automedicación, un fenómeno preocupante en nuestro país.
La información contenida en este articulo tiene una función meramente informativa.
Ante cualquier duda consulte a su medico o terapeuta .
Fuente: Caras Dr. Horacio López Link
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