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IMPLANTES DENTALES

Implantes dentales: recuperar la sonrisa


IMPLANTES DENTALES

Hasta hace poco tiempo la odontología cumplía una función eminentemente curativa, que no siempre contemplaba el futuro de la salud bucal.


En la actualidad el criterio es más amplio y la prevención se transformó en el eje fundamental de todo tratamiento dental que se lleve a la práctica.

Y esta situación se hace evidente en la actitud cuidadosa del profesional, que sólo piensa en la extracción dentaria como en el último recurso disponible para solucionar un problema determinado, tanto como en la creciente difusión del implante dental, una forma de reponer el número de piezas faltantes, y de recuperar la sensación de bienestar que, hasta ahora, sólo se tenía con la dentadura natural.



Si bien es cierto que un implante tiene un costo más elevado que otros métodos de rehabilitación con prótesis, también son mayores los beneficios funcionales y estéticos que aporta.

Un implante dental consiste en colocar un cilindro, generalmente metálico, en el espacio que quedó Ubre en el maxilar tras la pérdida del diente.



Aunque existen diferentes tipos de implantes, el más usado es el tornillo hueco de titanio, cuya superficie recibe un tratamiento especial que estimula el contacto íntimo entre el hueso y el metal, es decir, para favorecer la oseointegración.

Este procedimiento quirúrgico, que se lleva a cabo en el consultorio, demanda poco tiempo, sólo requiere anestesia local y las molestias que ocasiona son menores que frente a una extracción, según opinan los pacientes.


Transcurridos aproximadamente entre 4 y 6 meses —esto depende de la calidad del hueso y de la ubicación del implante— las células óseas y el metal quedan fijados entre sí y la oseointegración es exitosa. En cambio, si se forma entre ambos un tejido con características diferentes, se considera que el implante fracasó.



No obstante, esto ocurre sólo en un bajo porcentaje de los casos. Gracias al uso de esta técnica se reponen piezas dentales sin necesidad de alterar la integridad del resto de la boca. Cabe aclarar que antes de la aparición de los implantes, y aún hoy en algunos casos, se decidía tallar el diente anterior y el posterior al faltante utilizándolos como anclaje de un puente fijo.


Es decir que para reponer una pieza se desgastaban otras dos. Con un implante oseointegrado, en cambio, se inserta un diente evitando estas complicaciones; también se puede sustituir con eficiencia una prótesis removible y hasta retener una prótesis completa, con dos implantes dispuestos sobre uno de los maxilares.


Esto ocurre porque, una vez que se produjo la oseointegración, el implante actúa como una raíz y es capaz de soportar las mismas cargas que un diente natural.


Para llevar a cabo una rehabilitación de esta magnitud se deben realizar una serie de estudios clínicos y radiográficos, con el fin de determinar si el estado de la masa ósea del maxilar es la adecuada, ya que de esto depende que una persona pueda o no recibir el implante.


Si se diagnostica que el capital óseo es deficitario —en general, la reducción del hueso maxilar es una consecuencia directa de la prematura extracción de los dientes— se recurre a avanzadas técnicas que estimulan el crecimiento del hueso, algo que hasta hace poco resultaba impensable.


Por último, cabe destacar que un tratamiento de esta naturaleza mejora notablemente la calidad de vida del paciente y tiene una rápida influencia en la recuperación de la autoestima y el aspecto personal.


Clínica Dental DAS Group - Buenos Aires

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La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. Ante cualquier duda consulte a su médico o terapeuta.
Fuente: MADE IN WEB

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